2 de diciembre de 2012

Crónica del cerrajero

Crónica Inmobiliaria/Personal

Pues nada, después de un muy buen rato de ausencia, estamos de vuelta. Y todo por los infortunios del día de hoy que me llevan a la imperiosa necesidad de contarle a otros sobre mis desgracias. De cualquier manera, sean bienvenidos y disfruten de mi sufrimiento.

Resulta que hace unos cuantos meses me mudé a un departamento en el Centro Urbano Presidente Alemán, mejor conocido como CUPA, en la requeteconocida colonia Del Valle. Muchos dirán que estoy muy mal al dar información sobre mi localización en internet, pero eso no me preocupa. Y para mi falta de consternación tengo varias razones:

  1. En el CUPA viven cerca de 5,000 familias.
  2. Además, es laberítico una vez que encuentras la entrada correcta. Buena suerte encontrándome.
  3. No tengo grandes bienes que sean robables.
  4. Mi identidad no tiene gran valor en el mercado negro.
  5. Este blog es prácticamente invisible en la maraña virtual.
 
La mudanza tuvo su importancia, porque en esta colonia crecí y pasé grandes momentos y muchísimas historias. Después de muchos años, regresé a pasar un rato de mi adolescencia y a vivir más aventuras. Finalmente, más años pasaron (casi una década) y me encontré regresando a mis orígenes.

Dado ese contexto, pasemos a la historia que nos atañe este día.

Hoy tuve que salir de casa, para visitar a mi hermana y mi cuñado, que son vecinos del CUPA, y tomar prestada su regadera, porque, para mi bendita suerte me cortaron el gas. Así que tomé una toalla y salí presuroso a realizar mis abluciones en el vecino departamento.

La aventura empezó al oír el 'clic' de la puerta, pues es cuando mi cerebro decidió recordarme que no había tomado las llaves. Se quedaron solitas en la casa, muy acomodadas en la mesa del comedor y no tuvieron a bien recordarme que debía llevarlas en el bolsillo (pero ya las regañé por eso).
Me dije que no había problema y que sería fácil encontrar un cerrajero que me cobrara barato... Dos errores en uno.
Pasé a comprar una Coca-cola como tributo a mi cuñado por el préstamo de la regadera y procedí a la necesaria e higiénica visita.

Al entrar, le pregunté a mi cuñado si conocía algún cerrajero cercano, a lo que respondió con un despreocupado "Sí, aquí abajito hay uno". Bien, me dije, tomaremos el baño y después podemos bajar a buscar.

Una vez realizado el proceso de limpieza corporal, el cuñado me ofreció un café, llegó mi hermana y nos quedamos platicando un buen rato. Ellos me ofrecieron hacer base en su casa mientras encontraba al cerrajero, aunque eso tardase un día más.
Dejé mi toalla bien resguardada y salí a mi labor de recuperar el hogar.

Recorrí primero todos los locales internos del CUPA, después los externos, luego las calles que lo rodean y sus vecinas manzanas. Todo sin éxito. Aprendí, eso sí, que hay ocho cerrajeros en el área inmediata y que ninguno está dispuesto a trabajar en sábado.

Regresé un poco desanimado a casa de la hermana y, haciendo uso de mis habilidades internautas, localicé una cerrajería a tan solo cuatro cuadras de distancia. Con la esperanza y los ánimos renovados, partí nuevamente a encontrar un ángel salvador con ganzuas. Todo para encontrarme, ya sin mucha energía para enojarme, con que el local ya no existía.

Una vez más, volví sobre mis pasos y decidí cambiar mi parámetro de búsqueda. Solicité la intervención de San Google con una plegaria sencilla y claramente formulada: Cerrajero 24 horas colonia del valle.

Las plegarias fueron escuchadas y fui redirijido a www.cerrajerosoportunos.com, donde pude al fin encontrar un pequeño rayo de esperanza. Revisé la información ofrecida en el portal y marqué presuroso a uno de los teléfonos ofrecidos, donde me dijeron que en menos de cinco minutos, uno de los cerrajeros me llamaría para darle mi dirección exacta.

Tal cual fue prometido, en sólo 3 minutos me devolvió la llamada un maestro cerrajero. Intercambiamos salutaciones y protocolos. Me pidió mi dirección y algunos datos de referencia. Preguntó si había alguna estación de metro cercana. Sí, la hay. Justo en una de las entradas del CUPA. Pero la recién estrenada línea 12 no es todavía una buena referencia. Habremos de darle unos tres o cuatro años para que los capitalinos ubiquen las estaciones y sus inmediaciones.
Logramos entendernos y prometió llegar en 45 minutos. No sin antes corroborar unas cuatro veces que lo esperaría y que sí quería el servicio. Al parecer, en varias ocasiones le han pedido que vaya a realizar algún servicio y lo dejan como novia de pueblo. Le juré que era mi unica salvación (como Obi Wan) y que lo esperaría.

Pasó una media hora antes de recibir noticias suyas. Ya estaba cerca y necesitaba más información de como llegar. Le di los datos que necesitaba y ofrecí esperarlo en la entrada del Hospital 20 de Noviembre (que, por cierto, le da el nombre a la estación de metro que está aquí).
En dos minutos, estaba yo entrando en su camioneta y conociendo a su esposa e hijo que le acompañaban. 

Con una voz segura y potente me dijo "Tú dices, gallo". Dirijió la camioneta a la cuadra de enfrente justo en el momento en que yo preguntaba con naturalidad "¿Eh?". Así iniciamos el diálogo. 

Cerrajero - Que me digas pa' dónde.
Memonsonshine- Ah, es para el otro lado.
C - Mta madre con este cabrón. (Como si no estuviera yo justo ahí para escucharlo)
M - En ésta a su derecha y, a la que viene, otra vez a la derecha.
C - ¿Y luego?
M - Pasando la avenida, nos podemos meter en el estacionamiento.
C - No, ps va a estar cabrón encontrar dónde estacionarse.
M - Le digo que nos podemos meter al estacionamiento.
C - Ah, pos así sí.

En este punto, nuestra relación pintaba para ser sana y duradera.

Entramos al estacionamiento, dejó instrucciones a la familia, tomó su mochila/caja de herramientas y me acompañó al departamento.

C - No, pues luego me vas a tener que sacar de aquí.
M - Sí, no se preocupe. Esque es medio laberíntico por aquí. (Les digo)
C - ¿Pa' dónde es?
M - Es ese de allá. Éste mero.
C - ¿Cuál es la chapa?
M - Ésta, la de abajo.
C - ¡Uy, no gallo! Si ésta es de seguridad.
M - ¿Y luego?
C- Ps a ver.

Sacó sus ganzuas y empezó a obrar su milagro. Yo me hacía ya felizmente instalado de nuevo en mi sillón, tomado una taza de café.

C - No, pos va a estar 'teco', gallo.

No recuerdo la palabra exacta, pero era algo así como teco, neco, reco. Algún chilanguismo señalando que la situación estaría muy difícil de resolver.

M - No me diga.

"Pero es un experto" pensé. "En la página decían que eran los mejores y los más capacitados". Pero recordé que eso es lo que dicen todos en internet...

Después de mucho forcejear y señalar varias veces que la chapa era de seguridad, desistió de continuar con el primer método y probó a abrir con su tarjeta del Banco Azteca. Eso es profesionalismo, caray.
Afortunadamente para mi seguridad, la puerta está muy bien hecha y la chapa es muy resistente. No cedieron a los embates profesionales de la tarjeta.

Al ver que sus dos primeras técnicas fracasaban, decidió entonces intentar un método menos ortodoxo y más agresivo. Sacó un martillo y un desarmador, a manera de cincel, para golpear la chapa y safarla de su posición natural. Lo que logró, fue abollarla un poquito.
No se rindió fácilmente. Con dos desarmadores, continuó arremetiendo contra la pequeña chapa, logrando finalmente desprenderla un poco de su lugar. Así, pudo manipular el mecanismo directamente.

Comenzó a utilizar una técnica mixta, combinando llaves Allen, desarmadores, martillo, ganzua, lamparita de mano, alambritos y mucha dedicación.

En ese momento pasó una vecina, que venía de hacer sus compras en el supermercado cercano, quien se quedó viendo al cerrajero con preocupación. Luego, volteó a verme a mí. Entonces decidió que eramos una peligrosísima agrupación delictiva y que estabamos realizando un "robo a casa-habitación". Su cara se tornó lívida, sus ojos grandes y redondos, su paso apresurado e indeciso, sus manos temblorosas. Avanzó, regresó a vernos de nuevo, avanzó más y volvió nuevamente. Es cuando yo solté un amable "Buenas noches" que le hizo desaparecer en un par de segundos. Me pregunto si habrá llamado a la policía o si se habrá quedado pensando en que ella sería la siguiente víctima.

Mientras tanto, mi ángel vengador, cada vez más cansado y enojado, no lograba hacer que la chapa cediera un poco. Después de un largo esfuerzo, el pasador se movió de su lugar.

¡Clack! ¡Tracataca! ¡Pam pam pam!

C - Ya está abierta. Pero no abre la puerta.
M - ¿Cómo?
C - Pues sí, ya está abierta. ¿Seguro que nomás es ésta chapa?
M - Sí.
C - ¿No le pusiste la llave a la otra?
M - No, porque mis llaves están adentro y no tengo la llave de esa.

Siguió forcejeando. En repetidas ocasiones llegamos al mismo punto y la misma conclusión de su parte:

C - No, lo que pasa es que a ti te cerraron.
M - No, porque nadie vive aquí. Sólo yo. Además, no existe la llave.
C - Pues alguien te cerró.
M - No existe esa llave. Nadie la tiene, porque no existe.

Continuó con su trabajo un rato más y volvió a la misma brillante conclusión.

C - No, gallo. Ésta tiene llave. Me mentistes.
M - Pero nadie tiene la llave.
C - Pues a ti te cerraron. No sé qué habrá pasado, pero me mentistes, gallo.
M - No, para nada. Aquí vivo yo solo. Digo, le pago por eso que hizo.
C - No, mira. No sé si no es tu casa.
M - Le digo que sí.
C - O te peleaste con tu ruca. Pero me mentistes.
M - ¡No! Vivo aquí solo. No hay nadie más. Si mis llaves están aquí en la mesa.

Había dejado una ventana abierta, por la que podía ver mi llavero solito en la oscuridad.

C - ¡Ah, chingá! A ver ¿Dónde?
M - Ahí está, mire. En la mesa.
C - ¿Son esas? Pues ahorita te ayudo. Deja voy por una varilla larga que tengo.

Al tratar de retirar las herramientas de la chapa...

¡Clack!

C - ¡Ahí está!

La puerta se abrió cuando ya toda esperanza estaba perdida.

C - No, pos discúlpame por haber dudado de ti.

El hombre no sabía dónde esconderse. Realmente apenado, entró a la casa para terminar el trabajo y rearmar la chapa.
Aceitó el mecanismo, hizo todo lo posible por dejar todo en un estado cercano al original, empacó sus herramientas y salió.

Lo acompañé al estacionamiento para dar el pago y abrir la reja, sólo para encontrarme con la sorpresa de que algún vecino había decidido poner el candado, que nunca se usa y del que no tengo llave. El único personaje cercano era un vecino borrachín que pasa sus fines de semana ahí y le saca la plática a todo aquel que se deje. Le pregunté que si tenía llave y dijo que no, pero que alguien saldría pronto. "Bueno, quién sabe" concluyó.

Regresé a la reja e informé al cerrajero de la situación. Presurosamente, sacó las ganzuas y en dos pasos había ya liberado el candado. Lo que no logró en media hora en mi casa, lo consiguió en tres segundos en el estacionamiento.

Salió en su camioneta con una sonrisa de satisfacción, dejándome en la oscuridad sin saber exactamente cómo sentirme.
Por un lado, estoy tranquilo al saber que mi casa es difícil de robar. Por otro, la experiencia casi surrealista me llenó de emociones complicadas de expresar en palabras.

Regresé a casa de mi hermana a recuperar mi toalla y entré nuevamente a mi departamento, perdido en el laberinto del CUPA, sin una 'ruca' con quien pelear, sin gas y con una historia para el anecdotario.

El saldo:

Una chapa abollada y despostillada.
Una puerta rayada.
$400 menos en el presupuesto.
Una historia de fracaso, azar y aprendizaje.

Solamente en esta ciudad y solamente con mi suerte es que me veo en estas situaciones.

6 de agosto de 2010

La Búsqueda Eterna (primera parte)

Crónica Laboral

Una vez más, estamos de vuelta. En esta ocasión, quiero compartir con ustedes un poco de mis vivencias en un área que, sin importar la edad, condición social o experiencia que tengamos, resulta difícil: la búsqueda de trabajo.

No existe algo que se ni remotamente se parezca al trabajo perfecto (bueno, sólo esto), pero siempre hay oportunidades para el que las sepa buscar y el que sabe hacer negocios te vende hasta lo que traes puesto.

Sin embargo, en mi profesión en un poco complicado, porque a simple vista se reducen las opciones y en este país esas opciones no son muy placenteras. Para el que no lo sabía, soy músico y llevo bastantes años en el negocio. No he encontrado todavía el trabajo de mis sueños, aunque no temo decir que amo mi profesión.

Cuando me enfrenté por primera vez a la necesidad de chambear (aunque no fue mi primer trabajo), me encontré con el dilema de que no había muchas opciones para un muchachito que no sabe hacer mucho (nah, la verdad es que sí sabía, pero no sabía que sabía) y todavía está estudiando el bachillerato. De pronto, me llegó la propuesta de agregarme a un grupo en el que ya participaban algunos de mis amigos, lo cual lo pintaba como totalmente genial (suena mejor en inglés: “totally awesome”). Así que me lancé a la aventura de tocar nada más ni nada menos que en una orquesta de salsa (de la que seguro nadie ha escuchado). El panorama era genial: tocar hasta altas horas de la noche, todo el tiempo estar en bares y fiestas, tener dinero “pa’ los chicles”, conocer gente nueva. Pero la realidad era otra: tenía que trabajar hasta tardísimo y levantarme para llegar a clases a las 7 de la madrugada; llegamos a tocar en cantinas rascuachas 8de cuyos nombres no quiero acordarme, pero aún así me acuerdo) y fiestas horribles en las que terminamos siendo hasta chambelanes; el salario era espantoso; prácticamente cada noche nos tocaba un borrachín que quería cantar o tocar alguno de los instrumentos o ligarse a la cantante o echarnos bronca o algo por el estilo.

No les voy a mentir, me la pasaba bien, pero definitivamente hay mejores cosas con las cuales ganarse la vida. Tuvimos muy buenas experiencias que en alguna otra ocasión relataré.

Trabajando con ese grupo, apareció en el horizonte la oportunidad de cambiar de ambiente y laborar en una librería, pero no cualquier librería, no. Se trataba de una librería esotérica (así como lo leen).

Nuevamente, el panorama pintaba bastante bien, en especial para un adolescente humanista bien entrado en las ondas alternativas y hippiosonas con las que el ambiente suele acompañarse. Y nuevamente estaba yo equivocado. Resultó ser un hervidero de lo que Umberto Eco tuvo a bien llamar “los diabólicos”, que pasan a ser personajes pertenecientes a todo tipo de sociedades, grupos, sectas, cultos, religiones (o como gusten y quieran llamarlos en estos días) que pueden existir. Créanme cuando les digo que si pueden imaginarlo es que ya existe.

Además, el dinero tampoco llegaba al término “suficiente” (aunque era más de lo que cobraba con el grupo). Por encima de todo esto, estaban las pésimas condiciones laborales, que abarcaban compañeros y/o jefes negligentes, baños sin agua por más de un año, horas extra sin paga y olvídate de cualquier tipo de prestaciones, ni siquiera las que supuestamente son de ley, como IMSS o vacaciones.

Sin embargo, viví muy buenas experiencias (también las contaré en otro post), entre las que cuento conocer a una de mis más queridas amigas y convivir con monjes tibetanos auténticos (no acepte imitaciones).

Ese romance acabó en desastre, con demanda y juzgado y todo el asunto [nuevamente, se los platicaré después (spoiler alert: gané)].

También tuve una temporada, que ahora que hago memoria fue durante mi época de salsero, en la que yo y mi mejor amigo/compañero de casa nos dedicamos al bello arte callejero de cantar en los camiones. Él tocaba la guitarra, yo la flauta transversal y las claves y ambos cantábamos a lo largo del trayecto Cuemanco-Tacubaya del periférico y un tramo de la carretera Picacho-Ajusco.

La verdad, ese era bastante más agradable que los otros trabajos y ganábamos muy bien. Si le pones empeño, sí puedes vivir tranquilamente de eso.

No obstante, tiene también sus contras. No es precisamente un trabajo al que le podíamos dedicar el tiempo que se requiere para ver buenas ganancias, porque teníamos la escuela y nuestros respectivos grupos musicales a los que no podíamos dejar de lado. Además, hay veces en las que uno se baja del camión con 50 centavos o menos y resulta muy frustrante, porque no es fácil, han de saber ustedes, tocar y cantar en un autobús en movimiento (vaya que se mueven) y atascado de gente (vaya que se atascan) durante varias horas, sobre todo cuando sabes que lo estás haciendo bien.

Por ahora, los dejo con esto, porque si no se va a convertir en un post bastante largo. But worry not! Porque muy muy pronto les tendré las segunda y tercera partes de esta Crónica, que incluyen mis trabajos después de la librería y algunos consejos prácticos para todos los que han emprendido (o están por hacerlo) la Búsqueda Eterna.

Además, me he encontrado con alguien que me impulsa a escribirle más seguido a la voz de “a ver cuándo posteas ¿no?” y la verdad, se lo agradezco.

Así que no se despeguen de sus monitores, iphones o blackberries, porque ya viene La Búsqueda Eterna (segunda parte).

24 de abril de 2010

1er Aniversario

Crónica Aniversaria
(La verdad, me vale si no se dice así)

Pues he aquí que las Crónicas DeFectuosas llegaron a su primer añito de vida.

Quiero agradecer a este blog, que me ha ayudado, muy a su manera, a crecer.
Me ha acompañado, por lo menos por un año, en mis transiciones, idas y venidas, subidas y bajadas.
En este corto lapso las Crónicas estuvieron conmigo sin exigirme absolutamente nada a cambio. Ni siquiera me exigían que las alimentara. Eso me ayudó mucho a sentirme a gusto, en casa.

En este año, las Crónicas han logrado captar la atención de por lo menos tres personas que sé que las leen, las comentan (sea aquí, en messenger, caralibro o en vivo) y a veces las esperan con espectación.
He aprendido una que otra cosita que tenía ganas de conocer (un poco de html, por ejemplo).
Las DeFectuosas me han traido también algunos dolores de cabeza, porque llegan los momentos en que quiero escribir y nomás no puedo o al revés.

Ha sido un buen año, pues. Y espero que no sea el único.

Queda mucho por delante y deseo que ustedes, los 5 lectores, continuen por aquí y sigan disfrutando lo que con mucho gusto les regalo.

El blog, que no yo, se va a comer unos pingüinos con coca-cola pa celebrar.

Salud

22 de abril de 2010

Post desveladísimo (Curiosidades varias 2)

Crónica viajera / callejera

Pues bien, he aquí que por razones que algunos podrán comprender dado el último post, no puedo dormir y quise regresar a brindar un poco más de las cosas que tenía guardadas en el tintero.
Además, en un par de días se cumple el primer Aniversario DeFectuoso, así que hay que empezar con los preparativos.

Una de las curiosidades que tienen las imágenes que les obsequio aquí, es que fueron tomadas a prisa, casi furtivamente, con pésimas condiciones de luz y/o movimiento y con las cámaras pinchurrientas de mis dos últimos celulares (Q.E.P.D.).

Vamos a empezar con las más viejitas. Ambas fueron tomadas en la condesa y tienen un encanto muy especial, porque nos hablan muy sutilmente de la limpieza urbana.


La primera me encanta, porque sólo se aprecia del todo si se mira en el ángulo correcto.
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La que sigue, requiere un poco de explicación, porque casi no se aprecia.
El letrero dice claramente TINTORERIA, pero al interior de la puerta derecha del local, se encuentra una librería llena de (increiblemente) libros.
Supongo que les dolió el codo a la hora de repartirse los costos para el ajuste de la marquesina.

Además, le agregamos el encanto del reflejo del Wal-Mart.
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El siguiente par de imágenes nos refieren a una bella tradición netamente chilanga: la filosofía de microbús.


Si tocas tres te ?!@~@(estrella)#(bomba)x(relámpago o culebrita).
Ésta es en verso y dice así: Hacia atrás siga avanzando si no quiere que le esté gritando.

Como estos, hay muchos ejemplos que espero poder citar en el futuro. Es una muy bella tradición que no deberiamos descuidar.
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Luego, tenemos las imágenes que nos remiten a los sagrados alimentos. La primera, de una tortería donde nos recomiendan la torta convinada y la de milaneza.
He de admitir que esas sí son muy buenas tortas... hasta se me hace agua la boca.

Y claro, nunca pueden faltar los Chiles en ogada.
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Finalmente, esta imagen donde aprendemos que los clientes de Sanborn's reciben la cortesía gratis. A todos los demás nos costará obtenerla.

La verdadera verdad es que no recuerdo porqué tomé esta foto y apenas me doy cuenta de lo de la cortesía gratuita. Si alguien encuentra algo más, se lleva 25 Panchólares de Sunshinelandia.

Pues bien, eso es todo por ahora. Quizás en un par de horas (quizás en unas 12) me siente a escribir algo más. Espero que lo hayan disfrutado y que a la hora de publicarlo Blogger no haga de las suyas y me arruine el formato.

14 de marzo de 2010

Hoy no quiero

Crónica personal

Me ha dado el bajón en estos días.

No sé si se deba a que mis clientes me cancelan una y otra vez sin importarles el hecho de que de eso como y pago la renta o el hecho en sí de tener que pagar renta o que me hayan cancelado horas en el colegio por tener empleadores marros a los que tampoco les importa si como o no.

No sé si es que mi banda no avanza tan rápido como yo quisiera o el hecho de no saber transmitirles todas mis ideas eficientemente o el no tener capital para comprar ni micrófonos.

No sé si es porque hace mucho que no salgo con los amigos o porque ya no tengo a un@ "mejor amig@" como en los tiempos de la secundaria y la prepa.

No sé si es porque no puedo ver a mi hija tanto como quisiera o porque su madre es un desastre desesperante o porque soy muy joven para ser padre.

No sé si es por no tener novia ni prospecto, ni amigovia, ni amiga con derechos, ni siquiera acosadora, ni nada de nada.
No sé si es porque mi humor es bien difícil de entender a veces o porque mis chistes se gastan o porque mis mejores punchlines son de hace cuatro años.
No sé si es porque mi familia nuclear está lejos y no los veo tanto como quisiera y el facebook y el messenger son tan impersonales que no me llenan o porque el resto de la familia se ha puesto en un plan odioso e hipócrita (o más bien, me estoy dando cuenta de los alcances).
No sé si es porque llevo dos años en terapia y no he solucionado este sentimiento que me agobia de vez en vez.
No sé si es porque no quiero ser un blogstar o porque sí quiero.
No sé si es el hecho de que he tenido tres asaltos en los últimos tres años y ya no puedo ni salir de casa sin tener que esconder la lana (poca) y el celular (pinchurriento).

No sé si es porque cancelaron el Ollin Kan o porque no creo poder llegar al concierto del martes por la clase que tengo que dar en las rechingadas águilas.

No sé si son mis horarios de sueño tan irregulares o el insomnio que me ataca hasta tres veces por semana.
No sé si es que quiero dormir o es que no quiero.
No sé si es que llevo tres días queriendo hacer este post o el hecho de que a estas alturas ya se me olvido lo que quería escribir.

No sé si es que cada que quiero escribir hecho termino escribiendo "hehco".

No sé si es mi carrera, mi trabajo, mi entorno, la iluminación, mi alimentación, mi computadora, la luna, la temporada del año, el clima...

No sé qué me pasa o porqué me siento así.

Lo que sí se es que hoy no quiero sentirme así.

26 de enero de 2010

El hombre Bicentenario

Chiste

Me conté yo solo mi chiste y lo malphotoshopeé.
La calidad de la imagen es baja, pero sigue divirtiéndome mucho.

25 de enero de 2010

Curiosidades varias

Crónica viajera / callejera

Varias cosas hay que se me quedan en el tintero en estos días y me gana el tiempo y ya no las posteo. Pero de vez en cuando se alinean las estrellas y puedo sentarme a escribir un rato.

En esta ocasión, mis queridos chiquitines, tengo varias curiosidades que me he encontrado por la ciudad.

Empezamos con este par de imágenes que nos recuerdan que nuestro querido GDF nos cuida y se preocupa por la limpieza de nuestra ciudad, manteniendo la conciencia ecológica que llevan algún tiempo tratando de introducir a las calles de nuestra ciudad.

¿Recuerdan la ley de separación de residuos? ¿A alguien lo han multado? Me acabo de enterar que es del ¡2004!

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¿Alguien sabe si estos banderines tienen algún objetivo específico?



Yo sabía que se utilizaban para indicar alguna venta de bienes raíces, pero los encontré en la fachada de una iglesia. Ilústrenme.
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Esta otra, tiene ya un rato que la tomé. Tiene que ver con una de mis histerias características: la ortografía, gramática y redacción.



El cartel dice: ¿Qué vas hacer hoy?
Cuando en realidad debería decir ¿Que vas a hacer hoy?
Sí, soy re-payaso con esas cosas, porque luego la gente cree que así se escribe.
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Luego, un par del Metrobús. Una refrente a las histerias idiomáticas y otra que me dejó con cara de WTF. No supe si era la marca del autobús o alguno de sus componentes o simplemente fue un "dedazo".
Que alguien me lo explique.

WTF

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Esta otra resulta muy graciosa. Podemos ver que el auto tiene un letrero que dice SUPERVISION, pero dentro del mismo, el supuesto supervisor está disfrutando en los brazos de Morfeo.


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La siguiente está muy mal tomada (como casi todas) y es de muy baja calidad, pero ténganle paciencia a mi camarita chafa del celular.


La imagen es de un Burguer King. 50 panchólares de Sonshinelandia a quien descubra el error.

Las demás, las guardo para otro post en el que les contaré cómo se reafirmo mi creencia de que México es surrealista.